El viento del norte.
Vuelvo a casa. A mi otra casa, que también está cerca del mar, aunque este último ya no sea el mío.
(No me gusta hacerlo y a la vez no puedo evitarlo, como muchas otras cosas).
Estas navidades, o fin de año, o lo que sea, no dejan de ser un momento de echar la vista atrás y mirar el paisaje con las manos en las caderas. Y de respirar profundo (que hemos comido mucho). Y de pensar que
-nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
-la vida iba en serio, uno lo descubre demasiado tarde.
-ja no importen tant i semblen lluny tots els desastres que hagis fet.
-esas golondrinas a veces vuelven, y no te las esperas, y te dan igual.
* * *
En el fondo nos encantan las tradiciones, pero somos un poco apócrifos y las reescribimos como queremos. A mí, por ejemplo, me encanta hablar por teléfono con él antes de subir a un avión -o antes de no hacerlo-. También me encanta hacer algo simple de eso llamado Nochebuena y correr al Guirigall, que la cerveza siempre se espera con ganas. Y comer chocolate con muchas cosas con una de mis mil familias y celebrar la Navidad más pagana que se nos pueda ocurrir. Y comer arròs brut junto al fuego otro día y dedicarnos simplemente a estar, que tampoco hace falta mucho más para hacer de la vida vida. Y celebrar el fin de año entre libros y vermut. Y celebrar la llegada del año en Cort. Y celebrar mi no-cumpleaños con mucha antelación. Y hablar con él mientras viajo en bus. Esta última es nueva.
* * *
Este año llené mi calendario con semanas de seis días para no olvidar lo más importante. También me hice una lista de tareas. Cumplí prácticamente todos mis propósitos de año viejo (¿quién eres y qué has hecho con Xaviera?), y un par más. Fui a Ikea, dos veces, y jugué a ser yo en prácticamente todos los departamentos; y comí kanelbullar -las dos veces-. Fui al Torrent de Pareis cantando que nos encanta el olor a salchicha y a síndrome de mimosa, y vimos cabras vivas, y fui muy feliz y sentí mucho amor. Y tomé muchas tazas de té que estaban muy bien servidas, porque no era té, era gintonic/cerveza/cava. Y canté y bailé mucho. Y jugamos a ser bidentes -sí, con <b>-. Y al fin comí sopa de nadal, y otra vez a cantar y bailar. Y estuve con las suizas. Y les descubrí mis lugares favoritos. Y compartí un poco con todos. Y me disfracé. Y nos encontramos, el chico aquél y yo nos encontramos, y fue sin más. Y nos encontramos, el profesor y yo nos encontramos, y fue bien. Y no nos encontramos, el señor y yo no nos encontramos, y fue sin más. Y dormí poco. Y no me hizo falta más.
Y me fui al aeropuerto y nos despedimos todos.
Y llegué a casa. A mi otra casa.
Querría poder ser la lluvia para irme y después volver.
[...]
Tengo todo el aire del norte en el pulmón y ya no necesito gritar.
Tengo todo el viento apuntando a mi favor y ya no necesito gritar.
Me ha gustado mucho, como siempre :P jajajajaja
ResponderEliminarLa verdad es que estas navidades no podrían haber sido mejores
<3