Adelfos o Una del sigo XIX


Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron, pero, a diferencia de él, que dice que es de la raza mora y que tiene el alma de nardo del árabe español, yo no soy nada de eso. Tampoco se murió, ni maté mi voluntad una noche de luna, aunque durante mucho tiempo pensé que así había sido, pero darse a la nada es más fácil que querer, aunque quieras hacerlo -y aunque sepas que lo haces-. La nada, no pensar y no querer, y, sobre todo, no querer pensar, parece hermoso desde fuera, y montones de lienzos a la luna y a la noche se han pintado, pero cuando tú eres la tinta quieres hacer de ti otras historias.



Él y yo, el hombre que a la tierra vino, el árabe español, aquel señor del sur y yo, en algo sí que nos parecemos: mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna, solo por hacerlo. Que la vida sea solo vivirla, porque hacer esto ya es hacer, y hacer es vivir más. Y, ¡claro!, de cuando en cuando un beso y un nombre de varón, el adiós no siempre nos hace falta. Y que todo sea sentir, sin color, ni forma ni nombre,... ni olor, que siempre tengo la nariz tapada. Y que las olas me traigan y que las olas me lleven, ¡y que jamás me obliguen el camino a elegir!, pero que me dejen algún que otro cartel y que me perdonen cuando llego tarde. Y que la gloria se la queden, que a ellos les vale más.

Pero yo, señor moderno, sí que tengo ambiciones, que siento el amor y el fuego de la fe y de la gratitud, y su calor me abriga y me gusta, porque un poco lagarta también soy. Y no he perdido las ganas, de nada, ni mi afán, aunque no pueda ni atreverme a llamarlo arte. 

Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.
(¡Qué mentira más grande! Pero, ¡cómo me gusta jugar a creérmela!)

* * *

La verdad es que me encanta cómo suenan sus palabras, y mirarlas una y otra vez, pero me doy cuenta de que poco tenemos ya en común ese señor árabe y moderno. Porque yo sí me tomo la pena de vivir, una y otra vez, y es un trago que a la luz del vano sol y las no tan vanas nubes del norte sabe aún mejor.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna, pero con el sol del día siguiente ha vuelto a nacer.

De "Adelfos", de Alma, de Manuel Machado.

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